Fue un otoño muy frío cuando Roberto Mouras generó una verdadera fiebre. Su primera gran gesta recordada casi a la altura de sus tres títulos. Aquel inicio del romance eterno con Chevrolet gracias a las seis victorias seguidas en el Turismo Carretera, un récord que aún no fue batido.
Por ese entonces el Toro de Carlos Casares gestó una gran relación con el preparador preponderante de la marca: Jorge Pedersoli. Junto a Omar Wilke fueron los artífices de la cupé Chevy del equipo oficial de General Motors que condujo Mouras: el mítico 7 de Oro.
Corría 1976, año en el que parecía que la hegemonía del equipo oficial Ford con Héctor Gradassi y Juan María Traverso caería de una buena vez. La racha del Príncipe de Carlos Casares comenzó también en mayo, pero hace 40 años. El 9 de ese mes logró su primera victoria en la especialidad. Fue en Bahía Blanca.
La seguidilla exitosa se extendió en la Vuelta de Las Flores (13/6), en el semipermanente Luciano Fortabat de Olavarría (25/7), en el Gran Premio del Llano corrido en Laboulaye, Córdoba (5/9), en San Miguel del Monte (19/9) y, nuevamente, en el trazado olavarriense (10/10).
El público de Chevrolet enloqueció con él y con un ícono de la marca como el 7 de Oro, en base a los colores que llevaba de acuerdo a su auspiciante, la firma de whisky Old Smuggler.
Pero esa cadena triunfal se cortó en la Vuelta de Salto disputada en el circuito de Pergamino. Fue un día de profundo dolor: el despiste del Falcon de Eugenio Cali y el vuelco del Chevrolet de la peña “La Espumita Quilmeña” que manejaba Carlos Nani, provocaron tres decesos y 17 heridos. Entonces la flamante CDA del ACA, a cargo de Juan Manuel Bordeu, decidió suspender por un tiempo las carreras en ruta. La definición sería en tres carreras disputadas en el Autódromo de Buenos Aires.
En el escenario porteño Mouras y su auto no tuvieron el rendimiento esperado y fue superado por los Falcon oficiales. Así Pirín Gradassi obtuvo su cuarta corona consecutiva. El Príncipe de Carlos Casares debió esperar seis años más para poder alcanzar la gloria, pero que llegó con Dodge con tres cetros al hilo.
¿Qué pasó con ese mítico 7 de Oro? En una investigación publicada en CORSA en 2009 se supo que a finales de 1978 el Toro le vendió ese Chevrolet a Juan Occhionero, quien logró tres triunfos. Luego, en la Vuelta de Tandil de 1983, sufrió un accidente en la bajada de Belén. Él y su acompañante no tuvieron consecuencias, pero el auto se destruyó casi por completo. Algunas partes fueron donadas al museo del Príncipe de Carlos Casares, donde se muestra una copia del mítico coche.
Fueron aquellos días dorados de Roberto Mouras. Jornadas en las que se consolidó el romance entre él y la marca de sus amores. El Toro no pudo ser campeón con una Chevy, pero será siempre recordado como uno de sus más grandes ídolos. Tanto que hasta dio la vida por ser campeón por Chevrolet.
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