En esta década el automovilismo argentino profundizó su crisis. Divisiones de fiscalizadoras y de televisoras son el bosque de este panorama que cada vez presenta más árboles conflictivos, con algunos dirigentes que solo buscan su propio beneficio. La delicada situación económica del país golpeó a la actividad, pero no hubo reacción de parte de los responsables del deporte motor y el futuro es preocupante, más allá de la proliferación de categorías.
En un automovilismo profesional es entendible la búsqueda del fin comercial, pero siempre y cuando también se promueva el crecimiento de la actividad en forma conjunta sin anteponer intereses personales. El mal manejo del negocio y la mala conducción maltrataron a la actividad, que ahora se encuentra en una meseta. Sin dudas, es un momento clave donde los dirigentes y fiscalizadoras deben dejar su ego de lado y unirse. Caso contrario, quedarán en la historia por haber sido culpables de un cáncer terminal en este deporte.
Pero repasemos lo ocurrido en 2017 en las cuatro categorías nacionales de pista más importantes. El TC tuvo una definición para el infarto con la proeza de Agustín Canapino en el cierre del torneo en La Plata. La popular categoría ratificó que es un fenómeno cultural, teniendo un gran marco de público en casi todos los autódromos que visitó. Pero su Talón de Aquiles, como el de todo el automovilismo, sigue siendo el presupuesto que le demanda a un piloto ser competitivo. Este año rondó los 600 mil pesos de costo operativo por carrera. “La ACTC poco puede hacer al respecto. Es una cuestión de oferta y demanda”, respondió Hugo Mazzacane, presidente de la categoría, a CORSA en la última fecha en el Moruas. Si la entidad de la calle Bogotá es el “Estado”, como en cualquier economía y si realmente le interesa el bien de los pilotos debería intervenir para paliar sus falencias.
Canapino se quedó con la Copa de Oro del TC.
Claro que la ACTC debe incrementar sus arcas ya que luego de cinco temporadas no recibió un centavo del gobierno nacional por la televisación. Por eso puso en marcha el proyecto de su nueva división llamada TC Pick Up, que tiene previsto arrancar en mayo de 2018. Se superpondrá con el Súper TC 2000 y eso puede ser un problema ya que algunos pilotos del Turismo Competición fueron sondeados para sumarse a la división de las “chatas”...
En 2015, La Única le preguntó al Ing. Carlos García Remohí, presidente de la CDA del ACA, sobre el panorama complicado de la actividad y respondió con una repregunta: “¿Qué crisis? Todo lo contrario. Cada vez hay más categorías y eso demuestra el crecimiento sostenido de nuestro automovilismo...” El dirigente, referente de la entidad madre desde hace décadas, avaló la creación de la divisional de las camionetas, donde sólo podrán correr pilotos activos del TC. “No afecta a una categoría ya existente”, explicó García Remohí, quien tiene una buena relación con Mazzacane.
Está previsto que la CDA del ACA fiscalice a esta nueva división, algo que no le cayó bien al presidente del Súper TC 2000, Antonio Abrazian. Aunque el dirigente debería preocuparse más porque su categoría también se ve afectada por los altos costos. El súper profesionalismo y el desarrollo tecnológico llevaron a que hoy un equipo oficial gaste 10 millones de pesos al año por auto. En ese contexto, una escuadra privada apenas si puede sobrevivir.
Salvo el caso de Chevrolet, con el mismo Canapino; y Toyota con Matías Rossi, las terminales no hacen contratos a largo plazo y eso afecta a las estructuras y a los propios pilotos. De hecho, el flamante campeón Facundo Ardusso confirmó hace unos días su continuidad con Renault, pero por una temporada…
Ardusso se consagró en el STC2000.
El tema de los costos ya se hizo sentir en la categoría de los motores V8 y repercutirá en el parque para el torneo 2018. Considerando el parque de 28 autos presentes en el cierre del campeonato 2017 en Alta Gracia, por la pérdida de equipos en el arranque de venidero certamen habría 21 máquinas. Se alejaron el Sportteam (un auto de sus dos Fluence pasó a la estructura de Marcelo Ambrogio), la Escudería Fe (un 408 se queda en el Fineschi Racing), la Escudería Fela (tres Focus) y Fiat (dos Linea). De momento no hay señales para revertir la sangría y la gran pregunta es saber cómo reaccionará la categoría ante esta situación.
Los corredores, en tanto, hacen malabares para reunir el presupuesto y poder competir. Esto explica la pérdida del romanticismo de otras décadas con la identidad de las marcas. En 2015 Facundo Chapur fue oficial de Peugeot en la Clase 3 de TN y de Fiat en el STC 2000, dos terminales cuya rivalidad es histórica. Algo similar se dará en 2018 con Mariano Werner, quien seguirá con el León en el Turismo Competición y será oficial de Fiat en la C-3. El sentido de pertenencia no existe más y también es entendible la posición quienes corren donde mejor les pagan y ya es un gran mérito que logren ser contratados.
Werner, justo campeón de la Clase 3 del TN.
¿Qué pasa con el TN? Se mantiene como la división que mejores espectáculos entrega y es la única que usa los motores originales en cada auto, algo que muchos fanáticos agradecen. Nuevamente tuvo grandes definiciones en sus campeonatos, ganados por el propio Werner (Clase 3) y Alejandro Bucci (Clase 2). Pero no logra llenar los circuitos. APAT hace un gran esfuerzo de promoción, aunque en ocasiones no alcanza, como ocurre en La Plata y lo que fue su vuelta a Buenos Aires luego de 14 años, a pesar de brindar entradas gratuitas.
En relación con el TN, otra muestra de las divisiones e internas se nota en el vínculo entre el ACA y el presidente de APAT, Hugo Paoletti. El ex piloto afirmó que la CDA le puso reparos para la Clase 1 de TN porque desde la categoría, que pretende usar autos desafectados de la C-2 por falta de dinero de varios pilotos, proponen correr con monomotores Renault Clio, algo que no ve bien la entidad madre. También porque la nueva división menor de APAT podría atentar contra el Turismo Pista, categoría creada por la CDA cuando el TN era fiscalizado por la ACTC...
Canapino también festejó en el Top Race.
Mientras que el Top Race es la que menos problemas plantea, al menos desde lo económico ya que tuvo ciertas falencias institucionales. Es para destacar su vuelta a los campeonatos regulares (sin playoffs), aunque ese formato no le impidió a Canapino alcanzar su séptima corona. También fueron buenas las partidas detenidas, el ingreso de Toyota y Fiat y la vuelta de pilotos de la talla de Matías Rossi, Guillermo Ortelli y Gabriel Ponce de León, entre otros. Podría haber terminado un gran año, pero se vio opacado por los conflictos entre su presidente Alejandro Urtubey y la CDA, que lo sancionó por haber agredido verbalmente a los comisarios deportivos en la fecha de General Roca. La entidad hasta puso en duda la fiscalización de la especialidad en 2018, donde los prometidos “muscle cars” quedarán, de momento, solo en buenas intenciones…
La falta de diálogo entre los cuatro presidentes fue otra cosa que se repitió este año, aunque algunos sí tienen relación debido a que comparten la TV. Las categorías de Mazzacane y Paoletti van por la pantalla de la TV Pública y las que dirigen Abrazian con Urtubey se ven en Canal 13 con la producción de Carburando. Este panorama complica aún más a la actividad. Y el crear nuevas categorías es una muestra de la marcada división existente.
No hay voluntad de cambio, ni de sumar ni de construir. No se junta el esfuerzo ni se capitaliza el tiempo para solucionar problemáticas como los altos presupuestos, evitar que dos categorías corran en una misma provincia, unificar criterios sobre las medidas de seguridad en los circuitos más allá de las fiscalizadoras o pensar en el futuro y generar un proyecto sobre energías alternativas, al menos en alguna de las tantas promocionales que hay. Seguro alguno es está tomando la cabeza al leer esto último, pero si no se busca un nuevo camino para la motorización, en unos años esta disciplina puede desaparecer.
Javier Ciabattari, responsable del FDC, equipo que atiende a Citroën en el STC 2000, hace un tiempo sentenció en diálogo con CORSA lo siguiente: “La Fórmula 1 impuso las nuevas tecnologías y está yendo para adelante con lo que se viene en el mundo con autos de calle. Nosotros no tenemos la cabeza ni condiciones para hacer eso. Como está el automovilismo argentino actual, no me lo imagino dentro de 20 años. La actividad está perdiendo calidad, inversión e interés. Hay demasiada política y lucha interna. La gente responsable del automovilismo argentino está pensando en el negocio y se perdió el concepto del deporte. No veo nada positivo de acá a dos décadas”.
La aparición de categorías nuevas no suman, si no se trabaja para mejorar las existentes y ni que hablar las promocionales. Desde el nacimiento del nuevo TC 2000 en 2012, ninguno de sus campeones se pudo afianzar por varias temporadas corridas en el STC 2000. De hecho su actual monarca, Manuel Luque, por ahora, no tiene lugar en la máxima división. Las categorías menores de la ACTC como el TC Mouras y TC Pista Mouras, claramente, están hechas con un fin económico para la entidad. Todo aquél que se inicia en el automovilismo y pretenda llegar al TC, deberá pasar por alguna de ellas y no importan sus pergaminos. El mejor ejemplo es el de Chapur, tres veces campeón en el TN y al que se lo manda al TCM...
Y para terminar, fue una vergüenza la definición de la Fórmula Renault 2.0 cuyo título se decidió en un escritorio a favor Hernán Satler, quien en la última carrera en Alta Gracia fue tocado por su oponente, Hernán Palazzo, al que se le quitaron todos los puntos de la temporada. ¿Dónde estuvo la educación y formación en la denominada categoría escuela?
Por si fuera poco el automovilismo sigue perdiendo su lugar en los medios y encima en 2018 tendrá como competidor los domingos por la mañana a los equipos grandes del fútbol de Primera División. Si bien los partidos se transmiten por televisión cerrada, el tema debería encender la alarma en los dirigentes del automovilismo para unirse –de una buena vez- y trabajar en conjunto. Caso contrario, seguirán priorizando sus intereses, promoviendo negocios particulares que no ayudan a nuestro deporte en su conjunto y afectando de forma negativa al automovilismo nacional. De ellos depende que la actividad no desaparezca. ¿Serán capaces de hacerlo?
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