Será por la cercanía o cuestiones culturales en común como el mate o el fútbol, lo que acontece en Uruguay suele importar de este lado del Río de la Plata. Se tiene un fuerte afecto hacia los charrúas. En lo que concierne al automovilismo hubo varios pilotos celestes que cruzaron el charco y corrieron o corren en nuestro país. Y si un oriental estuvo cerca de la cúspide, de alguna forma lo sentimos como nuestro. Será por esa por esa sonrisa inolvidable, talento y mucha garra, Gonzalo Rodríguez sigue presente en el corazón tuerca de todos. A finales de la década del noventa el uruguayo trascendió en Europa de tal forma que su campaña tenía como destino la Fórmula 1. Cuando parecía que iba a acariciar la cima, se fue para siempre el 11 de septiembre de 1999.
“Gonchi”, como se lo conoció, nació el 22 de enero de 1971 en Montevideo. Hijo de un ex piloto de turismo, Jorge el “Gallego” Rodríguez, tomó su legado. Su amor por la velocidad creció vertiginosamente. A los siete años andaba en su primera moto, a los ocho aprendió a manejar y a los doce tuvo su primer kart.
Resultó exitoso en todo lo que corrió. En su adolescencia ganó títulos nacionales de karting. Fue la época donde conoció al brasileño Rubens Barrichello, de quien se hizo muy amigo. Pegó el salto a la Fórmula 4 Uruguaya donde se consagró campeón en 1989. Ése año tuvo su primer contacto con un auto de competición. Fue en las Dos Horas de Turismo junto a Mario Fontes en El Pinar, donde el binomio logró el triunfo.
En 1991 llegó a la F-3 Sudamericana donde terminó quinto en el certamen. En la temporada siguiente partió a Europa. Sólo tenía el apoyo de su familia que hizo lo imposible para poder ayudarlo. Inclusive, vendieron sus propiedades para que “Pilotín”, como ellos lo llamaban, continuara con su carrera en el Viejo Continente.
En España alquiló un monoambiente con Marcelo Bresciani, con quien corrió en la Fórmula Ford. En 1993 pasó a la Fórmula Renault donde fue ganador. Luego de un 1994 de transición, Gonchi logró cerrar el acuerdo con el equipo Alan Docking Racing Mitsubishi para correr en la F-3 Británica en 1995. Obtuvo una rutilante victoria en Silverstone, como preliminar de la Fórmula 1. Varios jefes de los equipos de la Máxima ya le empezaban a echar el ojo…
El apoyo económico de su país brillaba por su ausencia. En 1996 todo el presupuesto de ANCAP, la petrolera uruguaya, fue destinado a Gustavo Trelles quien lograba el primer de sus cuatro títulos seguidos en el Grupo N del Mundial de Rally. Sin embargo, Gonchi siguió durmiendo en el sillón del camionero del equipo Edenbridge, donde corrió en la Fórmula 3000 Británica.
En 1997 se produce la bisagra en su campaña deportiva. Ingresa al equipo belga Astromega, para competir en la Fórmula 3000 Internacional, conocida por aquellos años como F-1 Junior. La temporada fue para olvidar pero luego, en 1998, luego de golpear por enésima vez las puertas de ANCAP, recibió el apoyo esperado.
En su segundo año en la Fórmula 3000, Rodríguez venció en Silverstone y Nürburgring, nada menos.
Con ese presupuesto y mucho trabajo su equipo mejoró y llegó a lo más alto del podio. Venció en Spa-Francorchamps y Nürburgring. Terminó tercero en el certamen que ganó el colombiano Juan Pablo Montoya, quien fue escoltado por el alemán Nick Heidfeld
En el verano de 1999, mientras descansaba en sus vacaciones, recibió el llamado de Giancarlo Minardi para que tomara la butaca vacante que había dejado Esteban Tuero. Gonchi no pudo acceder porque no contaba con el presupuesto… Volvió a Europa para ser campeón de la F-3000.
Pero antes de retornar al Viejo Continente fue invitado a correr en la Copa de las Naciones. Fue el 14 de febrero en el trazado semipermanente de El Jagüel, en Punta del Este. Hacía 10 años que no se subía a un auto de turismo. Largó atrás, pero se comió crudo a sus rivales. Con un BMW 320i, Rodríguez ganó y fue escoltado por Oscar Fineschi (Toyota Corona) y Aníbal Zaniratto (Alfa Romeo).
Gonchi en Mónaco 1998, donde logró un triunfo histórico para su país.
La confianza y capacidad pueden hacer estragos en los profesionales. Ello fue lo que aprovechó Rodríguez el 15 de mayo de ese año. Logró un hito pues se transformó en el primer y único uruguayo en ganar en Mónaco. Fue un triunfo de altura en el Principado pues logró la pole y se impuso de punta a punta. Se quebró al escuchar el himno celeste y desató toda su euforia.
En agosto recibió la invitación para hacer una prueba en el equipo de CART, Newman-Haas. El test fue en Sebring donde rápidamente quedó a cuatro décimas del tiempo de Michael Andretti. Recibió una oferta de Roger Penske para correr en su equipo. Gonzalo aceptó y fue compañero de Al Unser Jr.
Debutó en Detroit donde fue 12° y sumó un punto. En su segunda presentación, en Laguna Seca, tuvo su accidente fatal en las pruebas de clasificación. Su auto se salió de pista a 260 km/h y se estrelló contra un muro de concreto en la curva Tirabuzón.
El impacto hizo que su coche diera una vuelta de campana y cayera al otro lado del muro. Gonzalo falleció en el acto por una fractura de la base del cráneo causada por el impacto contra el muro, protegido tan sólo por una débil fila de neumáticos...
El uruguayo en el monoplaza del equipo Penske.
Sus restos fueron despedidos por un inmenso dolor de su gente en Montevideo. La congoja llegó al otro lado del “charco” porque los fierreros argentinos también sintieron su partida.
De gran templanza, fuertes convicciones, amor incondicional al deporte y muy querido por todos, Gonchi se fue pero dejó su sello. Se truncó una gran trayectoria y la vida de un joven de 28 años.
En 2014 en Uruguay se estrenó una película que cuenta su vida y en la que se destacan emotivos testimonios de grandes personalidades como Roger Penske, Christian Horner, Mark Webber y Juan Pablo Montoya. Sin dudas, un merecido homenaje. Hoy CORSA lo recuerda a 20 años de su trágica desaparición. Pero esa partida física fue un pase a la inmortalidad porque Gonzalo es resistente al olvido.
Hay quienes forjan un camino y dejan su huella para abrirles las puertas a otros compatriotas. Hace medio siglo fue José Pedro Passadore el que puso a Uruguay en el mundo. Hoy el deporte motor “celeste” está orgulloso de Santiago Urrutia (23 años), que fue subcampeón de la Indy Lights y que ahora corre en el TCR Europeo con un Audi. Hace dos décadas a nivel internacional Gonzalo Rodríguez fue su gran referencia con sobrado talento y garra charrúa.
Fotos: Fundación Gonzalo Rodríguez.
Última parte de los años 1965-1975. Las temporadas internacionales en nuestro país, la vuelta del Mundial de Endurance y la Fórmula Uno.
Segunda parte del informe. Los autódromos gestados en esos años, las figuras locales de entonces, el equipo internacional del ACA y los Torino de Nürburgring.
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