Historia del TC

11/06/2019

De alto vuelo

A 30 años de la primera victoria del “Jumbo”, el Ford Fairlane de Oscar Angeletti. El auto revolucionó al TC en 1989.

Fue el último exponente de un modelo no convencional en el TC. Y fue exitoso. Se trata del Ford Fairlane del recordado Oscar Mario Angeletti. Con este auto el piloto de Burzaco fue la sensación de la temporada 1989, en la que fue subcampeón tras una mítica carrera disputada en Tandil.

Pero para llegar a aquella histórica definición donde hubo cinco postulantes a la corona, Pupi, se convirtió en el piloto más ganador de ese año con cuatro triunfos. El primero de ellos llegó el 11 de junio en Buenos Aires.

Luego de ser campeón en 1986 (dos victorias) en su segundo ejercicio completo en la popular categoría, de tener un año no tan competitivo como el de 1987 y de volver a pelear en 1988,  Angeletti, apostó a lo grande.

Para 1989 la ACTC tomó unas medidas en el aspecto técnico para reducir el dominio de Dodge, que venían arrasando con ocho títulos seguidos entre 1981 y 1988 inclusive, y así potenciar las chances de los Ford y Chevrolet. Esto generó algunos cambios fuertes y baluartes de la marca del Carnero como Oscar Roberto Castellano y Juan Antonio DeBenedictis se pasaron a Ford. 

En tanto que fiel a su estilo, Angeletti, no especuló y en lugar de preparar un Falcon se la jugó por un modelo que era una incógnita: el Fairlane. Este auto tenía la particularidad que su carrocería era parecida a la del Dodge, pero claro, con motor del Óvalo, aunque pesaba entre 20 y 30 kilos más que un Falcon, lo que complicaba su aceleración.

“Me gustó su perfil, sus líneas aerodinámicas. En la ACTC me dijeron que si, que lo armara, pero se mataban de risa…”, contó años más tarde Angeletti sobre la elección del Fairlane, que también tenía una mayor distancia entre ejes y trochas más anchas, que contribuían a la estabilidad direccional. Asimismo, suspensiones que transmitían muy bien la potencia al piso.

El debut del Fairlane se hizo esperar hasta la tercera fecha de 1989 corrida el 23 de abril  en el Autódromo Juan Manuel Fangio de Balcarce. Fue segundo en su serie detrás de Roberto Mouras (Chevrolet), pero en la final culminó décimo con problemas de temperatura de agua. Esa carrera la ganó el “Vasco” Jorge Oyhanart (Ford).

Hasta que en la segunda de las tres visitas que hubo en ese año al Oscar y Juan Gálvez, llegó el día de gloria para el Fairlane. Fue en la sexta cita del calendario ‘89, el 11 de junio en el Coliseo porteño y la carrera 771 de la popular categoría que presentó 80 autos para la ocasión.

La actividad arrancó en la semana con pruebas donde Angeletti dominó el martes (1m56s35) y jueves (1m55s16). El segundo mejor registro lo consiguió Julio Colabello con un Dodge (1m55s95). El campeón 1986 era el mejor de la previa y asomaba como candidato. Aunque no pudo quedarse con la pole position que obtuvo Antonio Aventin (1m54s467), quien lideró el 1-2 de Dodge delante de Carlos Saiz. Tercero fue Pupi, que en su serie resultó segundo detrás de Eduardo Ramos (Dodge). La otra batería, también a ocho giros, fue para Mariano Calamante (Chevrolet).

Para ordenar la grilla de la final hubo polémica, cuándo no en el TC… Por el mal estado del asfalto los tiempos se fueron por las nubes en la segunda serie. Entonces su ganador, Calamante, debía largar 14º en la carrera decisiva. Los pilotos de ésa batería pidieron que se declare a su serie como “atípica”, pero los comisarios deportivos les bajaron el pulgar. Fue así que Angeletti partió segundo y rápido capturó la punta. Luego no hubo con qué darle: en la primera vuelta le sacó un segundo a Oscar Castellano (Ford) y en la séptima 5,75 segundos a Silvio Oltra (Dodge).  Luego reguló su ritmo y tras 19 giros terminó venciendo por casi dos segundos sobre Tony Aventin. Oltra completó el podio.  

Tras darle el primer triunfo al Fairlane, Pupi, quien volvió a ganar luego tres años, se ubicaba quinto en el campeonato. Después repitió victoria el 17/09 en el Semipermanente “El Panorámico” de Junín y el 5/11 en el Autódromo de Nueve de Julio. A esta altura era fuerte candidato al título y en el ambiente su máquina fue bautizada como “Jumbo”, nombre que Pupi llegó a poner arriba del parabrisas. También lo llamaban “Buquebus”, “Transatlántico” o “Ballena”.  

Pero lo mejor estaba por llegar a pesar de no alcanzar Angeletti su segunda corona. A veces, una hazaña puede superar a las frías estadísticas. Eso fue lo que consiguió el piloto de Burzaco en el Semipermanente de Tandil el 17 de diciembre cuando cruzó la meta con tres neumáticos y la llanta delantera izquierda a plena chispas, tras transitar  medio circuito, algo más de 16 kilómetros. Perdió el título ante el Pincho Castellano, que lograba su tercero al hilo, pero Pupi ganó por suma de tiempos la carrera que se estipuló a dos series (fue 1° y 5°), seguido en la clasificación general por el propio “Zorro de Lobería”, Castellano, y el “Tano” Vicente Alberto Pernía (Dodge).

Ante la demostración del Fairlane de Angeletti y como otros colegas querían emularlo para 1990, las risas de la ACTC sobre el Fairlane se transformaron en respeto y cuidado. Por eso tomaron medidas técnicas para afectar el rendimiento de ese modelo y en la siguiente temporada Angeletti presentó un Falcon en Santa Teresita, donde tuvo un fuerte accidente que casi le cuesta la vida. Por ello tiempo después decidió su retiro.

Previo a la apertura de la temporada en la costa, Angeletti le vendió el Fairlane a Eduardo Blaquier, quien lo condujo en 1990 y éste hizo lo propio con Néstor Apella que lo corrió en el TC Pista en 1997, al igual que Gerardo Belmartino en 2004. Y en 2007 lo adquirió Emiliano Acuña y lo adoptó para correr en un par de carreras del TC Mouras. Luego volvió a la inactividad para ser restaurado y desde 2017 se encuentra en el Museo del TC en el Autódromo Roberto Mouras, en La Plata.

Oscar Mario Angeletti falleció el 7 de diciembre de 2011, a 23 días de cumplir 64 años, luego de pelear mucho tiempo con una larga enfermedad. Pupi quedó en la historia porque fue campeón de TC y por su inolvidable Fairlane que hace tres décadas marcó una época.    

PorDarío Coronel