Columnas de opinión

24/08/2018

Te paga la entrada

Agustín Canapino marca una época. Es múltiple campeón y garantía de espectáculo por su forma de correr.

Es soberbio el nivel de Agustín Canapino. Es el mejor piloto nacional de pista en lo que va de 2018. Lo ratificó con su triunfo en los 1.000 Kilómetros de Buenos Aires de Turismo Carretera, donde compartió su Chevrolet con Martín Ponte y Federico Alonso. Si este fin de semana gana en el Top Race, cerrará un agosto inolvidable que incluye doblete victorioso en El Zonda-Eduardo Copello de San Juan, con el Súper TC 2000. Pero por sobre todo, su forma de manejo le garantiza espectáculo a la gente que hace valer el pago de su entrada a un autódromo. 

El arrecifeño pelea en los tres frentes. Lidera el campeonato en dos categorías y en la otra, el TC, ya se aseguró su condición de candidato por su victoria (requisito obligatorio para coronarse), tiene chances de ganar la etapa regular (los otros que pelean son Jonatan Castellano y Facundo Ardusso) y se clasificó a la Copa de Oro que definirá al campeón. Después de muchos años, un piloto se muestra con condiciones reales para retener el cetro en la popular categoría, algo que no ocurre desde 2002, cuando Guillermo Ortelli alcanzó su cuarta corona, la tercera al hilo.

Sus números son abrumadores: tiene 28 años (nació el 19/01/1990), hace 13 temporadas que está en actividad, donde logró 79 triunfos (43 en Top Race, 15 en STC 2000, 9 en la Copa Mégane, 8 en TC, 2 en TC Pista y 1 en el TC Mouras y en el Top Race Series, estas últimas como invitado). Suma 12 títulos (7 en Top Race, 2 en TC, y 1 en STC 2000, TC Pista y Copa Mégane) y está a 4 de Juan María Traverso, aunque se puede afirmar que los campeonatos del Flaco tengan un valor agregado ya que son 7 de TC 2000 (hoy STC 2000), 6 de TC y 3 de TR. Federico Villagra es el más campeón a nivel nacional con sus 20 estrellas en el Rally Argentino (sumando consagraciones en clases y títulos absolutos). En condiciones normales a Canapino le quedan 20 años de actividad (o más). 

Sus estadísticas y manejo agresivo dando el todo por el todo, lo encaminan a convertirse en uno de los más grandes de la historia. Su estilo es la clave de todo. Nunca se rinde y la definición del campeonato 2017 de TC es el ejemplo más claro, superando seis autos en un circuito difícil para ese cometido como el de La Plata. Si se diera un puntaje extra por sobrepasos en pista (en cualquiera de las tres categorías donde corre), sería el más favorecido. Su actitud de ir al frente acompañada por su talento y pasión resultan una combinación explosiva. Siempre que tuvo un buen medio mecánico demostró todo lo que puede dar.    

La mencionada forma de conducción sin ningún tipo de especulación emociona a la gente. En un automovilismo con carreras cada vez más chatas en la pelea por la punta, en cualquier posición que ocupe Canapino en el pelotón, es garantía de espectáculo. El fierrero hace valer el pago de su entrada. Su idilio con el público, en especial los hinchas de Chevrolet, se potencia por su lealtad a la marca, más allá de sus dos años con Peugeot en el STC 2000 y de correr con una carrocería de Mercedes en el TR.          

En la temporada pasada, luego de sus títulos en TC y TR y el subcampeonato en el STC 2000, logró el Olimpia de Plata y acarició el de Oro. De haber conseguido esa estatuilla hubiese marcado otro hito: desde Juan Manuel Fangio en 1954, que el automovilismo no obtiene el galardón más importante de estos premios.

Agustín es uno de los grandes referentes del automovilismo argentino del tercer milenio. Formado en simuladores, esta variante le permite destacarse también en el mundo virtual al punto de ser elegido por Williams Esport para las competiciones electrónicas.

“¿Lo viste correr a Canapino?”. Tal vez te lo pregunten el día de mañana, luego de muchos años. En ese momento es posible que sientas satisfacción. Ver en vivo a estos fuera de serie es una bocanada de aire en un duro momento del automovilismo nacional. Sirve para saber que no todo está perdido.

PorDarío Coronel