Columnas de opinión

05/05/2015

El chico de la tapa

Con solo 25 años, Agustín Canapino en uno de los pilotos más ganadores del automovilismo argentino. En un jugoso mano a mano con CORSA no deja tema sin tocar.

Agustín Canapino, un joven referente del automovilismo argentino.

El destino de Agustín Canapino quedó marcado a fuego el mismo día en que se metió al taller de su padre Alberto y lo utilizó como su salón de juegos. Entre herramientas, autos a medio terminar y chispas de soldaduras ese pequeñín comenzó con sus sueños de piloto.

Solía meterse al Peugeot 405 de Juan María Traverso y giraba el volante con sus manitos imaginando que era él quien ganaba en el TC 2000. Ya más grande, unos toscos simuladores le permitieron concretar, al menos virtualmente, su deseo de ser piloto. Tan a pecho se lo tomaba que ni siquiera le daba “reset” al juego cuando cometía algún error para que esa sensación de adrenalina que recorría su cuerpo adolescente fuese lo más veraz posible.

Sabiendo lo difícil y lo frustrante que a veces es el automovilismo, papá Alberto le dijo “no” una y mil veces hasta que decidió cortar por lo sano y le consiguió una prueba sobre un Mégane para demostrarle que no tenía pasta para ser corredor. Pero lo que vieron sus ojos lo sorprendieron. Esas horas en simuladores le permitieron a Agus tener la ductilidad de un chico con años en categorías promocionales.

Ahí comenzó una historia plagada de alegrías y de más éxitos que frustraciones. Al título de la Mégane le siguió el de TC Pista y luego el de Turismo Carretera con solo 20 años. Pero hubo más: cinco coronas consecutivas en el Top Race; todo eso en una década de campaña deportiva. Sí, muchísimo para alguien que tiene 25 y que parece no haber encontrado aún su techo.

En el medio, un par de accidentes muy fuertes y el dolor de perder a un amigo. Sin dudas, hechos que le sirvieron para madurar y darse cuenta que también hay otras situaciones que hay que saber manejar… como la propia vida.

Por más de una hora, Agustín Canapino habló con CORSA dejó ver sus sentimientos grabador de por medio. No le esquivó a ningún tema y habló de todo y de todos. Dijo su verdad… y en voz alta.

PorDiego Durruty