Columnas de opinión

31/05/2017

Corazón de León

El caso de Gabriel Ponce de León demuestra la vigencia de los pilotos experimentados. Por qué otros merecen volver a correr para una terminal.

Foto: Top Race

“Fueron años muy difíciles, pero hoy lo disfruto como nunca”, le reconoció Gabriel Ponce de León a CORSA tras ganar este domingo en el Top Race en el Autódromo de Buenos Aires. En 2017 el de Junín volvió a ser piloto oficial de forma permanente de la mano del Toyota Gazoo Racing Argentina, en la categoría espectáculo y el Súper TC 2000.

Terminada la temporada 2012, Ponce de León (hoy 38 años) tricampeón del Turismo Competición en 2001/03/05, perdió su lugar en el equipo oficial Honda, que en ese momento estaba supervisado por el Sportteam. Su lugar para 2013 lo ocupó otro campeón de la especialidad que también merecía permanecer, como Christian Ledesma, rey en 2004.

Focalizado en su proyecto familiar con su equipo de TC, junto a su hermano Mariano Ponce de León como responsable técnico del Falcon, Gabriel se vio obligado a cambiar el chip. El correr para una terminal, era algo del pasado... Parecía que no valía el ojo que le puso el propio Oreste Berta en 1998 para convocarlo al equipo Ford-YPF.

Pero Ponce de León no bajó los brazos a pesar de no tener el presupuesto que los equipos del STC 2000 le empezaron a pedir a él y a otros pilotos consagrados ante la reducción de presupuesto de las fábricas. Esto generó que haya uno o a los sumo dos corredores contratados y abrir el juego a los jóvenes pilotos que venían con sustento económico.

Sin embargo, el juninense demostró su vigencia en los 200 Kilómetros de Toay de 2015, cuando fue invitado de Matías Rossi y ambos ganaron esa carrera especial. También el año pasado en Buenos Aires donde la dupla terminó segunda. Ante la salida de Esteban Guerrieri, Darío Ramonda, team-manager de Toyota, no lo dudó un segundo: Ponce de León debía ser piloto permanente para 2017.

Ramonda no se equivocó y Gabriel ganó en las dos categorías donde representa a la marca japonesa: en el STC 2000 lo hizo en la carrera clasificatoria de Potrero de los Funes, donde una falla en el motor le impidió meter un doblete el domingo. En el Top Race lo hizo este domingo en el Oscar y Juan Gálvez.

¿Sólo este campeón merece una chance tal? Guillermo Ortelli (44 años), que en 2016 ganó su séptimo campeonato de TC, fue convocado por Agustín Canapino para los 200 KM de Buenos Aires del año pasado y ambos ganaron con Chevrolet. Con la misma marca, Norberto Fontana (42), campeón de TC 2000 en 2002 y 2010, peleó el campeonato 2014 de STC 2000 sin tener experiencia con los motores V8.

No hay que olvidarse de Ledesma (41), hoy afuera del Turismo Competición, pero que sigue demostrando que cuando tiene un buen medio mecánico lo sabe aprovechar. Se tuvo que bajar del TC en 2016 por la caída de su principal sponsor. Aunque pudo volver luego. Este año es cuarto en el campeonato y es el mejor de los usuarios de Chevrolet en tabla de posiciones.

Lo propio para Juan Manuel Silva, campeón del TC 2000 en 1999, que hasta la temporada pasada representó de manera oficial a Citroën en la Clase 3 de TN. A sus 45 años el chaqueño es un todo terreno: en su ejercicio 2017 figuran Dakar, TC y otra reciente participación en las 24 Horas de Nurburgring. Además el 1 de octubre el Pato volverá a correr un auto del Turismo Competición, en los 200 KM de Buenos Aires, con el Ford Focus de Damián Fineschi y otra vez de la mano de Víctor Rubén Rosso.

Es cierto que el panorama económico del país llevó a las fábricas al ajuste. Pero también sería interesante apostar a esta clase de pilotos que promedian los 40 años. Está claro que deberían ser contratados o a lo sumo que lleven algún patrocinante, que podría ser uno de los que los vienen acompañando desde hace años. 

Gabriel Ponce de León tuvo otra chance de una fábrica y vive una revancha en su campaña, como le admitió a La Única. Guillermo Ortelli, Norberto Fontana, Christian Ledesma y Juan Manuel Silva, por talento, experiencia, profesionalismo y vigencia, también deberían volver a tener una posibilidad permanente como pilotos oficiales.

PorDarío Coronel