Cada vez que un auto choca contra una barrera de neumáticos en algún circuito y esas gomas vuelan por el aire es inevitable pensar en aquel accidente del 13 de noviembre de 2011 en Balcarce. Este domingo la imagen se repitió, aunque no hubo consecuencias fatales como aquel día en La Barrosa con la muerte del recordado Guido Falaschi.
El protagonista del incidente fue Diego Azar, quien en la primera vuelta de la carrera del Top Race en el autódromo de Buenos Aires, perdió el control de su auto cuando el pelotón estaba llegando a la Horquilla.
El vehículo de Azar cruzó toda la pista e impactó con el extremo de un guard-rail, que estaba protegido con muñecos de goma. En el golpe los neumáticos de protección volaron por el aire, dejando expuesta una grave falencia de seguridad ya que los mismos deben estar cubiertos con una malla para evitar justamente que se separen.
Curiosamente, unas horas antes del incidente, Agustín Canapino se había despistado al final de la Horquilla durante los Tanques Llenos. Venía a fondo y la cama de leca que está en el sector cumplió con su función. “Me quedé sin frenos. Un golpazo, por suerte funcionaron bien las medidas de seguridad y estoy bien”, comentó el arrecifeño en Twitter.
El automovilismo es una actividad de mucho riesgo por eso existen normas de seguridad que se deben cumplir al pie de la letra. La cama de leca en la Horquilla demostró que cuando las cosas se hacen bien, todo queda en un susto. Pero esos muñecos de goma que no estaban como correspondían nos hacen dar cuenta que cualquier descuido puede ser fatal. Por eso, que no se repita…
El automovilismo nacional de pista está en crisis. Se desconoce el interés del público. La dirigencia puede reivindicar la actividad o empeorar su panorama.
Agustín Canapino marca una época. Es múltiple campeón y garantía de espectáculo por su forma de correr.
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