Columnas de opinión

07/08/2015

Automovilismo circo

Las categorías argentinas insisten en ridículas medidas para captar al público, aunque no se dan cuenta que la receta no resulta.

Desde hace unos años las principales categorías del automovilismo argentino han aplicado diferentes fórmulas para tratar de cautivar al público, pero los fanáticos no hacen otra cosa que huir despavoridos…

Son tantas las “recetas salvadoras” que se han aplicado que la lista es extensa: se dividieron torneos por etapas, se definieron las primeras posiciones de las grillas en duelos de a dos, se sorteó el ingreso de un auto de seguridad en medio de una final, hay penalizaciones en el orden de largada según el puesto en el campeonato y hasta detenciones en boxes para cambiar una goma porque sí.

Sin embargo, el ingenio de los directivos argentinos no descansa y es por eso que en próximamente el Turismo Carretera sorteará las posiciones de salida en la final que disputará en Olavarría y el Súper TC2000 estaría pensando en imitar al RallyCross y tener una vuelta Joker cuando corra en el callejero de Santa Fe, es decir que los participantes deberán transitar al menos una vez por otro sector de la pista utilizado a tal fin…

A todas estas estrafalarias decisiones la gente le dio la espalda, algo que se refleja en las tristes mediciones de rating (están aquellos que ahora dicen que los guarismos son poco creíbles porque solo se toman en cuenta solo 700 hogares, aunque cuando los números eran favorables no decían eso).

Lo que sí resulta indiscutible es la disminución en la cantidad de gente en los autódromos por la falta de interés que tienen las competencias. Y más con estos sistemas que son difíciles de entender y que atentan contra el mismo espíritu del deporte. Porque ahora no gana el mejor, sino aquel que es el menos perjudicado por estos insólitos sistemas.

Con el paso del tiempo solo el lastre y la inversión de grilla en las primeras posiciones ha sido aceptado como algo “normal”, aunque en ciertos casos favorece a la especulación. Pero en lugar de seguir por ese camino, todos los días se inventan esquemas más complejos y de difícil entendimiento. Y es ahí cuando la gente piensa, “¿para qué ver algo que no comprendo?”.

El automovilismo del que tan orgulloso estábamos hace un tiempo, hoy se convirtió en un auténtico circo. Lo peor del caso es que los directivos dicen tomar las decisiones para darle a la gente un buen espectáculo, aunque la gente que se hace oír insiste en volver a lo habitual, a eso que siempre disfrutó: ver carreras de autos y no de obstáculos.

PorDiego Durruty