Junio de 1921. Estaba todo listo para lanzarse la carrera San Francisco-Devoto-San Francisco. Entre todos los participantes estaba él, con el sueño por delante de dejar las carreras sin control oficial y sumarse a una reglamentada. Eduardo Inocencio Baltasar Pedrazzini (nació el 3 de enero de 1884 en Rosario, Santa Fe) se presentó con un Ford, esa cupecita que adoptó con inigualable hermandad. Su debut fue auspicioso, se quedó con el quinto lugar y con la sorpresa de varios.

Pedrazzini compitió en la Copa Kade en enero de 1922 y 1923 y terminó cuarto y primero, respectivamente. Pasaba el tiempo y seguía afianzándose en el automovilismo y sumando experiencia. Hasta que en 1934, tras disputar el Gran Premio Nacional en el que fue noveno, se alejó de las carreras por un tiempo.

Sin embargo, regresó. Fue dos años más tarde en el Gran Premio Internacional, en el que abandonó en la novena etapa. Pero ése sería solo el comienzo de un regreso lleno de gloria. Al año siguiente ganó la primera edición de las Mil Millas (el 12 de diciembre), competencia que se convertiría en un clásico del Avellaneda Automóvil Club. El recorrido de la carrera era desde Avellaneda hasta 6 de septiembre, recorriendo varios puntos de la provincia de Buenos Aires y alcanzando 1.069 kilómetros transitados.

El Colorado Pedrazzini largó segundo detrás de Isaac Fisman. Logró pasarlo rápidamente y se adjudicó el triunfo de punta a punta a bordo de su Ford V8 de casi 70 caballos y con un promedio de 95 km/h. “Salí y llegué a la meta sin ver a ningún competidor. A nadie. Al que iba adelante mío no supe cuándo lo pasé, por ahí se equivocó de camino. Y como nadie me pasó a mí…”, contó alguna vez.

Esa victoria provocó que se lo considerara nada menos que el primer campeón de Turismo Carretera.